top of page
Buscar
  • Foto del escritorAdelitaSM

¡Aprender la paz y desaprender la guerra! Parte I

Ya es hora de entender que este desastre cultural no se remedia ni con plomo ni con plata, sino con una educación para la paz, construida con amor sobre los escombros de un país enardecido donde nos levantamos temprano para seguirnos matándonos los unos a los otros. Una educación inconforme y reflexiva que nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se parezca más a la que merecemos. (Gabriel García Márquez 1998)

Despues de tantos años de violencia aprendimos a naturalizar las noticias del horror, a ser perpetradores y espectadores de la muerte, a vivir en medio de un conflicto armado, crecimos con odio, tristeza y zozobra, con dolor de patria y miedo de encontrar muertos en el río, en la carretera y en el barrio, miles crecimos buscando a nuestros familiares desaparecidos o corriendo de un lado a otro mientras buscábamos una vida tranquila en la que el sonido de las balas no nos alcanzara.


La ciudad también está llena de miedo y soledad, el ruido no nos deja pensar claramente en como desde nuestra cotidianidad podemos cambiar nuestro país, la monotonía nos ha quitado la esperanza de vivir en paz y sin violencia. Después de varios intentos, perdidas y aprendizajes debemos dejar de lado la comodidad y empezar a tomarnos las riendas del país desde el amor. Es momento de pensar en una nueva Colombia, de regresar la esperanza y reconciliación a nuestras vidas, y no permitir que otras personas nos quiten la tranquilidad, las sonrisas y la vida. Depende de nosotros defender nuestros derechos y cumplir nuestros deberes priorizando la vida y la paz.


Después de la firma de Los Acuerdos de Paz, nos faltó pedagogía para entender que la paz se firmó, pero que su éxito dependía de todos los colombianos; la paz se construye a diario con actos de conciencia y amor por nuestro territorio y nuestro pueblo, todos tenemos una responsabilidad política, social y un rol como ciudadanos de asumir un nuevo compromiso que permita reconstruir nuestro país de las ruinas para dejarle a las próximas generaciones un lugar en el que se pueda vivir y ser. Ahora pensemos, ¿Cómo podemos aportar a la construcción de paz? ¿Le seguiremos dejando el país a los que están llenos de odio? ¿Cómo reconstruir nuestra identidad y memoria histórica, no desde el actor armado si no desde las resistencias? ¿Cuál es el papel de la educación frente a la construcción de paz?


Después de más de 50 años de violencia todos somos víctimas directas o indirectas, según el Registro Único de Víctimas a la fecha del 30 de abril del 2020[1], más del 19% de la población es víctima del conflicto y representa aproximadamente un equivalente a 90.005.319 personas. Es nuestro deber transformar estas cifras en acciones que reconfiguren la memoria histórica y nos regresen la humanidad, desnaturalizando el dolor, el odio y la violencia con la finalidad de naturalizar juntos la paz, las buenas acciones y priorizando la vida en todo el territorio nacional, para que estas 90.005.319 personas renazcan y transformen el tejido social de una sociedad liderada por el perdón, la reconciliación, la alegría, la verdad, la justicia, la reparación y no repetición.


Aprender la paz y desaprender la guerra es un proceso que exige que nosotros como sociedad colombiana comprendamos la magnitud del conflicto armado, sus dinámicas, transformaciones y complejidades; y que, desde el cuidado, el respeto y la empatía, identifiquemos las afectaciones que la guerra ha generado en la población civil, en los territorios y en el país en general. Acercarnos a los impactos y los daños de la violencia desde las voces de las víctimas, debe conducirnos a reconocer que somos parte de un mismo tejido que requiere repararse y que necesita la construcción de solidaridades para alcanzar un buen vivir juntos. (Daños: análisis de los impactos del conflicto armado colombiano, Caja de herramientas CNMH, 2018, P.8)


Teniendo en cuenta los planteamientos anteriores, es importante resaltar algunos de los procesos de memoria, construcción de paz y resistencia que han surgido después de tantos años de violencia y en el escenario de la reconciliación.


Educación y Cultura

La nueva coyuntura social y política que surge después de la firma de Los Acuerdos De Paz nos obliga a replantear la estructura de la educación, vinculando pedagogías humanas y críticas que permitan visibilizar las compresiones de lo que significa vivir en paz, hacer la paz, educar para la paz y construir escenarios de paz desde la familia y la comunidad.


Desnaturalizar la violencia, es un reto social complejo, puesto que la paz no se reduce a la dejación de armas, sino a las acciones diversas que requieren de hechos concretos en el que todos los colombianos debemos ser partícipes. Por este motivo, la educación convierte la pedagogía para la paz en una herramienta transformadora que nos permita reconstruir la cultura y la sociedad resignificando la memoria histórica, la identidad y la cotidianidad en clave de acciones conscientes que aportan a esa construcción de paz.

La pedagogía para la paz debe ser un vehículo de transformación que nos afiance como personas organizadas, entono a una cultura de paz y ‘desarme emocional’, de respeto por los Derechos Humanos, empatía, reconciliación, solidaridad, multiculturalidad, respeto y tolerancia. Una pedagogía que promueva el diálogo y la diversidad; que genere las herramientas para que los conflictos puedan ser tramitados de manera no-violenta, y que, ante todo, sea en sí misma un ejemplo de innovación y creatividad que deje de lado las fórmulas educativas tradicionales y cree nuevos contenidos, metodologías y espacios, e incluya a nuevos actores. (¿Qué es educar y formar para la paz y cómo hacerlo? Educación y Pedagogía para la Paz, Material para la práctica, Oficina del Alto Comisionado para la Paz, 2017, p.8)


Es decir, que la población civil, el Estado, victimas, victimarios, excombatientes, firmantes de la paz y todas las personas que nos acogimos al proceso de paz debemos replantear no solo nuestras acciones diarias, sino implementar en la cotidianidad la cultura de paz que impulse a la sociedad a crear o replantear nuevas apuestas institucionales, sociales, educativas y económicas en las cuales todos podamos vivir sin hacerle daño a otros, incluyendo a la tierra.


En palabras de la UNESCO, la guerra y cualquier forma de violencia organizada son fenómenos culturales, y, como tales, se aprenden y se desaprenden. Dicho, en otros términos, tanto la guerra como la paz son frutos culturales, resultados de decisiones humanas y de empeños sociales. La paz, a fin de cuentas, no es otra cosa que la síntesis de la libertad, la justicia y la armonía; tres elementos vivos y dinámicos que no dependen de la biología. Pueden o podemos educarnos para una cosa o para otra. Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, y es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz. Por lo que el ideal de ilegitimar moralmente la violencia es un reto cultural de primera magnitud. En virtud de este principio, la Organización se esfuerza por contribuir a preparar el desarme en las conciencias, a modificar progresivamente las mentalidades en el sentido de la paz. (M'Bow, 1982:4).


Si bien no existe una verdad frente a la definición de paz, ya que asumir la paz depende de nuestras representaciones sociales, subjetividades y compresiones históricas. Sin embargo, el concepto se puede construir, deconstruir y reconstruir en el momento en el que asumamos una postura de amor por nuestra gente y nuestro territorio en el cual la verdad, el perdón, la reconciliación, la justicia y los derechos humanos deben ser los pioneros.


Resistir a la guerra

Tomamos como punto de partida el artículo 22 de la Constitución política de Colombia 1991, que señala “La paz es un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento”, podemos preguntarnos: ¿Es posible exigir un país en paz y cumplir nuestro deber como ciudadanos? ¿Cómo aportamos a esa construcción de paz?


Teniendo en cuenta la situación social del país frente al conflicto armado y la implementación del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto, se asume una apuesta social frente a la transformación y construcción del tejido social lo cual propone la Ley 1732 de 2014 que establece la Cátedra de la Paz en todas las instituciones educativas del país, sirviendo de insumo para una reforma social que permita a la población colombiana disfrutar de una vida digna asumiendo el reconocimiento como sujetos políticos y de derechos frente a la paz. (Ley 1732, Decreto 1038, República de Colombia, 2014, p.1)


Mas allá de la ley, esta apuesta nos permite que se desarrolle una cátedra transversal en la dinámica académica que propicie la construcción de escenarios de participación en torno a la construcción de paz y no violencia, a la memoria histórica y otras apuestas en las cuales se vincula el arte como eje principal. Adicionalmente, surgen varios proyectos que logran la participación de la población civil en su cotidianidad, donde cabe resaltar que algunas de estas iniciativas ya operaban antes de la firma de los acuerdos. Sin embargo, actualmente se visibilizan con más frecuencia debido a la transformación social, cultural y política que desencadenaron estos acuerdos de paz.


- Una de estas iniciativas es la Semana por la paz[2], la cual se realiza anualmente en el mes de septiembre; desde 1987 actualmente con la edición número 32, este proyecto se ha convertido en un escenario de múltiples expresiones a favor de la paz, esto gracias a la organización Redepaz[3]. El año 2019 estuvo enfocada en los territorios de paz. Este evento se celebra en diferentes territorios del país permitiendo una cobertura a nivel nacional vinculando a la población civil, instituciones públicas, privadas, laborales y académicas.


- Red Nacional de Maestras y Maestros por la

Memoria y la Paz, esta iniciativa se fundó en el año 2017 y propicio un escenario de dialogo entre maestros en torno a la construcción de memoria y paz, la red cuenta con 30 educadores de diferentes departamentos que han padecido la guerra. Docentes de Nariño, Chocó, Meta, Medellín, Magdalena Medio, Antioquia, Huila, Cauca, Bogotá y Arauca, que de manera exploratoria comparten experiencias y vivencias de sus territorios con la finalidad de generar metodologías que les permitan construir paz y proceso de memoria por medio de la pedagogía. De igual forma los estudiantes de colegios públicos y privados se pusieron la camiseta de la paz desarrollando diferentes proyectos, investigaciones, iniciativas y apuestas encaminados a la construcción de memoria y paz, donde también buscan constituir la red de estudiantes por la paz.


- El Equipo de Pedagogía del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) viene diseñando una serie de estrategias que, desde pedagogías socio críticas, aporten a la reflexión en torno a la investigación y a la enseñanza de la historia reciente de Colombia, de este modo ha emprendido diálogos con docentes, estudiantes e investigadores universitarios que consideran que la memoria histórica en las escuelas y en las universidades del país es una aliada fundamental para la construcción de paz[4].


Todos estos públicos, con quienes se vienen desarrollando trabajos diferenciados, se reunieron del 17 al 19 de octubre del 2018 en Bogotá en el evento “Memorias que transforman: Encuentro Nacional de redes y experiencias educativas para la construcción de paz[5] esta jornada reunió a 350 docentes, investigadores y jóvenes estudiantes de diferentes Instituciones Educativas, de territorios urbanos y rurales, y de diferentes procedencias étnico-raciales. Vinculando los procesos territoriales y el aporte a la creación de la “Caja de Herramientas: Un Viaje por la Memoria Histórica. Aprender la Paz, Desaprender la guerra[6]”. (Así están construyendo memoria y paz los maestros y estudiantes de Colombia CNMH, 2018. P.1)


- La Caja de Herramientas. Un viaje por la memoria histórica: aprender la paz y desaprender la guerra, es un conjunto de metodologías y de secuencias pedagógicas que tienen como objetivo debatir la memoria histórica del conflicto armado colombiano en el ámbito escolar. Desde ellas, se propone una ruta inductiva con una perspectiva pluralista, no dogmática, con enfoque diferencial y de acción sin daño para que maestros, maestras y estudiantes del país, generemos espacios de reflexión sobre el pasado contencioso y la respuesta valiente, esperanzadora e inspiradora de las víctimas, colectivos, organizaciones sociales y de derechos humanos, entre otros, frente a los vejámenes de la guerra en Colombia. (Caja de herramientas Un viaje por la memoria histórica: aprender la paz y desaprender la guerra, Centro Nacional De Memoria Histórica, 2018. P.1)


De igual forma, surge la creación de instituciones públicas, privadas y comunitarias, que se apropian de reconstruir la memoria histórica por medio de museos, colectivos e iniciativas que trabajan en torno a la construcción de memoria y paz.

Según la Revista Semana 2017[7] en países marcados por una historia de conflictos armados, violencia y violación a los Derechos Humanos (DDHH), los museos de la memoria surgieron para no permitir que estos hechos atroces queden en el olvido, lo cual son espacios que buscan reconfigurar la historia de una sociedad, reparar a las víctimas y resignificar la violencia.


- Uno de estos escenarios en Colombia es el Museo Casa de la Memoria en Medellín[8].

Este museo, fue el primer espacio en Colombia que buscó darle un lugar a la memoria, se construyó a partir de la contribución directa de las víctimas de dibujos, fotos y relatos hablados, el museo se conformó alrededor de procesos de construcción y circulación de las memorias del conflicto armado, la construcción de expresiones culturales, la realización de conmemoraciones, entre otros. Este espacio es una casa de diálogo y encuentro para entender lo que ocurrió y está ocurriendo en nuestra sociedad, reencontrar la esperanza y pensar en otros posibles futuros, utilizando procesos de memoria histórica capaz de generar acciones transformadoras, dar vida al futuro y conservar vivos los recuerdos del pasado. (Museo Casa de la Memoria en Medellín, Revista semana museos de la memoria,2020, p.1)


- Museo Nacional de la Memoria en Bogotá[9] Se espera que la construcción termine en el 2021[10]. museo, propone esclarecer lo sucedido en el país, reparar al reconocer, dignificar a las víctimas y contribuir en la construcción de una cultura de respeto por la diferencia. El lugar será un espacio donde la sociedad colombiana pueda enfocar su labor en transformar la historia de violencia en una historia de paz y se interrogue sobre su compromiso como ciudadanos en la transformación de esa historia de violencia. Imagen tomada de la pagina oficial del Museo Memoria Bogotá. http://museodememoria.gov.co/diseno-del-edificio/72-pro/

La Ley 1448 del 2011, otorga al Centro Nacional de Memoria Histórica la función de “diseñar, crear y administrar un Museo de la Memoria, destinado a lograr el fortalecimiento de la memoria colectiva acerca de los hechos desarrollados en la historia reciente de la violencia en Colombia”. Este museo, “deberá realizar las acciones tendientes a restablecer la dignidad de las víctimas y difundir la verdad sobre lo sucedido”. (Museo nacional de la memoria: un lugar para el encuentro, Lineamientos conceptuales y guion museológico, Centro Nacional De Memoria Histórica, 2017[11])


- El Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR)[12] Es un proyecto que surgió de la necesidad de crear un lugar para la dignificación de la memoria de las víctimas como un aporte a la cultura de paz, además de ser una idea que se venía gestando por defensores de Derechos Humanos y que luego se materializó en la propuesta de INDEPAZ acogida por el Gobierno Distrital en 2008. Busca implementar estrategias que garanticen la reconstrucción de memoria en el sector educativo y a su vez proporcionar herramientas a la ciudadanía en el desarrollo de ejercicios participativos, impulsar exposiciones y diversas expresiones artísticas en pro de generar un lugar de encuentro, trabajo, expresión, diálogo, creación y construcción de memoria colectiva. (Centro de Memoria, Paz y Reconciliación, 2020)

- El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)[13] Es un establecimiento público del orden nacional, que tiene por objeto la recepción, recuperación, conservación, compilación y análisis de todo el material documental, testimonios orales y por cualquier otro medio, relativo a las violaciones ocurridas con ocasión del conflicto armado interno colombiano, a través de la realización de las investigaciones, actividades museísticas, pedagógicas y otras relacionadas que contribuyan a establecer y esclarecer las causas de tales fenómenos, conocer la verdad y contribuir a evitar en el futuro la repetición de los hechos. (Decreto de estructura del CNMH 4803, 2011[14])


Estas iniciativas nombradas anteriormente, son algunas de las que se construyen desde la institucionalidad y se visibilizan a diario como un reto de altas pretensiones sociales y culturales, puesto que se dificulta tener un espacio con proyectos y propuestas en torno a la paz, si el espacio no cuenta con espectadores, voluntarios, participantes o población interesada en estos temas igualmente es de suma importancia la inversión de capital para la gestión operativa de los procesos, de este modo se articula la educación desde diferentes ámbitos sociales y culturales que nos permitan tener fácil acceso desde lo cotidiano en estos escenarios, generando una apropiación del tema por medio de la experiencia. Es decir, los que participamos podemos convertirnos en gestores comunitarios de paz generando procesos de identidad de forma individual, familiar, colectiva, social, cultural y a la vez promoviendo el compromiso ciudadano y la esperanza.


Las universidades también han implementado la Cátedra de Paz no solo para la comunidad académica, sino para toda la población civil que desee ser partícipe de esos espacios de construcción.


Ahora bien, estos escenarios tienen redes de apoyo, convenios y vínculos con instituciones educativas públicas y privadas, en las cuales se realiza la Cátedra de Paz no solo porque la ley lo diga si no porque se intenta transformar la cultura desde la pedagogía de paz, articulando todos los actores del conflicto: víctimas, victimarios, población civil, agentes del Estado y todo el territorio Colombiano, buscando de este modo reconstruir el tejido social, creando nuevas iniciativas territoriales y apostando a la reconstrucción de memoria histórica no desde los actores armados si no desde las resistencias que surgen después del conflicto; dándole voz a todos los procesos comunitarios, a las acciones participativas, a la protesta social, a la resolución de conflictos basada en el perdón, la reconciliación, la justicia y la verdad.


Frente al tema, debemos tener una mirada crítica de la multiculturalidad que requiere ser transversal en estos procesos, permitiendo espacios incluyentes y plurales, que trasciendan a toda la población colombiana, logrando comprender la magnitud del conflicto en todos los sectores sociales, como las comunidades indígenas ROM, Gitanos, poblaciones Negras o Afrocolombianas, campesinas, LGBTI, personas en condición de discapacidad, personas con enfermedades en salud mental a causa del conflicto, niños, niñas, adolescentes, jóvenes, adultos, adultos mayores, familias, población civil y excombatientes.


Dentro de estas categorías debemos tener en cuenta la etnia, raza, edad, identidades de género, clases sociales, religión, tradiciones y códigos culturales, entre otras; con la finalidad de comprender los daños del conflicto armado, sus matices, las huellas territoriales y culturales que dejó a toda la población colombiana en este proceso. Es necesario tener una mirada humana con la finalidad de identificar como desde la diferencia todos podemos ser reparados, partiendo desde nuestra experiencia de vida como espectadores del conflicto y logrando un proceso de reconstrucción de la memoria individual, colectiva e histórica.


Es importante que todos reflexionemos frente a la participación de estos escenarios y empecemos a apropiar la paz desde actos cotidianos en las empresas, el transporte público, la calle, la escuela, el barrio, la comunidad o la familia, debido a que la violencia es un fenómeno que altera de forma transversal el comportamiento y no se reduce únicamente a las armas, ya que vivimos con altos índices de violencia doméstica.


Violencia que se debe desaprender o transformar en dialogo, comunicación y otras formas de resolución de conflictos, desnaturalizar el acto violento verbal, físico o psicológico no es un proceso fácil, ya que nuestras generaciones han sido perpetradoras y espectadoras de la violencia en Colombia, por ello surge la importancia y el reto de apostarle a esta nueva generación de paz en la cual la humanidad, la verdad y el amor se naturalicen. Depende de nosotros iniciar esta transformación cultural y social, esa es la esperanza que nos queda para reconstruir la historia de nuestro país.

La pedagogía para la paz debe ser un vehículo de transformación que nos afiance como personas organizadas, entono a una cultura de paz y ‘desarme emocional’,

[4] Así están construyendo memoria y paz los maestros y estudiantes de Colombia CNMH http://centrodememoriahistorica.gov.co/asi-estan-construyendo-memoria-y-paz-los-maestros-y-estudiantes-de-colombia/


[5] Tuve la oportunidad de participar en el evento, el cual me permitió, identificar diferentes iniciativas que trabajan a nivel nacional frente a la construcción de paz, memoria histórica y no violencia. Estos registros quedaron evidenciados por medio de Videograbaciones y serán publicados paulatinamente.


[6] La Caja de Herramientas. Un viaje por la memoria histórica: aprender la paz y desaprender la guerra sitio web http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/un-viaje-por-la-memoria-historica/index.html




[9] Museo Nacional de la Memoria Sitio Web http://museodememoria.gov.co/



[11] Museo nacional de la memoria: un lugar para el encuentro lineamientos conceptuales y guion museológico http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/descargas/informes-accesibles/museo-lineamientos_accesible.pdf


[12] Centro de Memoria, Paz y Reconciliación (CMPR) Sitio Web http://centromemoria.gov.co/


[13] El Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) Sitio Web http://www.centrodememoriahistorica.gov.co


[14] El Congreso de la República, por medio de la ley 1979 del 25 de julio del 2019, estipula en su artículo 9° que “el CNMH… dispondrá de un espacio físico de museo de memoria destinado a exponer al público las historias de vida de las víctimas de la fuerza pública, exaltando particularmente sus acciones valerosas, sus sacrificios y contribución al bienestar familiar”

287 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page